Van a prohibir fumar en la playa; espero que también
prohíban a aquellos que dejan latas vacías y cristales rotos para deleite de
nuestros pies.
Fumar es malo pero las tabacaleras y el estado no tienen la
culpa, de ahí su impunidad a los excesos de sus ciudadanos. Ellos solo ponen
a disposición del pecado el árbol del fruto prohibido y uno puede elegir. Imagino que los
políticos que veranean en sus yates tirarán sus colillas al mar,
mientras nosotros, abstemios en la arena, somos felices soñando con un horizonte.
Creo que cada uno debería plantear al parlamento su propia
prohibición. Yo, por ejemplo, odio el olor a fritanga, es grotesco y destila
colesterol. También me molesta el ruido, la gente que habla alto para que
escuches lo que dicen, aunque éstos en verdad me dan un poco de pena. Conozco
mucha gente que grita con sonidos o con gestos y sé que es su ego clamando reconocimiento, aún así, me irritan. El silencio es algo que ya
nadie sabe practicar aunque solo en tu casa, callado, al menos, puedes fumar.
Pero yendo al caso, me parece bien que prohíban fumar en la
playa, es un espacio natural lleno de papeles de bocadillo y compresas flotando
de las personas que aún no han aprendido que no se tiran al váter de sus casas.
Lleno de gente que coge el coche para recorrer cinco kilómetros porque el transporte
público le pesa aunque esté libre de humo.
Me fascina el ser humano y cómo nos tranquilizan las
prohibiciones, como el niño que necesita límites para construirse una visión
del mundo en la que sepa cómo ha de comportarse. El ser humano no aprende con
el refuerzo positivo aunque científicamente esté comprobado que debería ser
así.
Hace años repartían ceniceros en forma de cucuruchos de
plástico y eso era bueno, yo los utilizaba. Estoy deseando que prohíban definitivamente la venta
de tabaco, ese día la nicotina caminará de la mano del tráfico de armas y de la
prostitución, y ya nadie fumará en la playa ni disparará a nadie ni comprará
besos, ni robará roces que no le corresponden. Por fin podremos respirar
libres de polución entre el humo de los coches y de las fumigaciones aéreas.
Por fin podremos volver a buscar entre los hábitos ajenos algo que nos moleste
para crear una nueva ordenanza municipal.
Propongo que lo que se recaude de las multas pase a formar
parte del presupuesto destinado al transporte público y pueda viajar en metro
sin fumar con el aire acondicionado a toda pastilla pero a un precio razonable.
Sé que eso no será tan fácil.
No hay comentarios:
Publicar un comentario