Hoy ha sido un día extraño. Los niños en la escuela se
aferraban a los vidrios de las ventanas, lidiando con brazos y codos, para mirar
el techo de un coche que se había detenido en un semáforo.
— ¡Viene
de un sitio donde ha nevado! —chillaban. Y querían ver los vestigios de nieve
que se iban a detener dos minutos escasos en la carretera.
— ¿Ha nevado? —preguntaban.
Y querían salir y
sentir el frío, porque hoy la vida no era dentro. Hoy sentirse vivo era nieve y
era lluvia.
Mucho
más tarde, he visto una hoguera en una plaza. Y no me he acercado a mirar
porque hoy la vida no era fuego. Hoy sentirse viva era aire.
Y al
final del día, el estruendo de unas sirenas anunciaba un incendio.
Y yo me
he tapado los oídos, porque hoy la vida no era miedo, hoy vivirse era agua.
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