lunes, 24 de julio de 2017

También aquí

También aquí hay mar,
entre los arbustos de este cambio
que a mí se me antoja exilio.
El mar que era bicicleta y descampado
antes de la burbuja
y el fórum de la guerra entre culturas,
con su muro de la vergüenza
ocultando las colmenas.

El estigma.

También aquí hay mar,
en la desembocadura del río
y en los huertos, fusilados
por el ansia inmobiliaria.
En la playa inexistente
que obviaba un fragmento de costa.
En medio, tres chimeneas.

La periferia.

También aquí hay mar,
el que se avistó desde un tren
de memoria.
Y en las carencias,
transformadas en recursos
tras una lucha lejana.

Barrio dormitorio.


Estigma-periferia-barrio dormitorio
es hoy habitación a quince minutos de la playa.
La pequeña línea azul, que aliviaba la ausencia de mar en los días laborables,
es hoy alojamiento con vistas.

Estigma-periferia-barrio dormitorio,
donde llegaron los obreros a fabricar más obreros
es hoy la casa de quien explota su propia historia,
relegando a los hijos del trabajo
a emigrar a los arbustos,
a renunciar al compromiso del lugar donde crecimos.

Barrio dormitorio
es hoy hotel de lujo.

Estigma periferia
es hoy habitación a quince minutos de la playa.

Y ahora, desde los arbustos,
aunque también aquí hay mar,
acuso a los
hipócritas que se alojan
en el lugar al que nunca habrían querido pertenecer.
También a quienes explotan la historia
de su propia condición
cuando desde un hotel de lujo
alguien capitaliza la certeza
de que también aquí hay mar.





Fotografía: Les tres xemeneies des de Collserola.
Maite Doñágueda

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