El mundo funciona en compartimentos estancos.
Un niño llora en el carro empujado por su madre.
La mama tiene que ir a trabajar.
A la tarde nos vemos.
A la tarde nos vemos.
Naces carne y llanto y te conviertes en horario y esperas.
En la luz recién estrenada del día, las horas son una conversación
amable.
Y en la noche, de las sombras surgen los buitres, los pobres
más pobres del sistema lloran empujando un carro por lograr el mejor despojo de las sobras del súper de
enfrente.
Entre las dudas que se esfuman con las
prisas, te engañan para que no percibas que tú también andas subido encima de un carro
esperando las palabras:
A la tarde nos vemos.
A la tarde nos vemos.
En compartimentos estancos para que su barco flote.
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