Suelto el broche de mi
pelo
y sobre mis pechos
dormidos
cae el peso de una
enredadera.
Te gusta descubrirlos en
su versión indígena,
prefieres eso a la
evidencia efímera
de la transparencia.
Crees alcanzarlos pero son
de viento
y el cabello cómplice
desciende por el vientre,
se enreda con el vello
y una fuerza centrífuga
me abraza;
sostiene mis senos,
oculta mis nalgas
y abriga el secreto.
Soy el capullo de un
gusano de seda
que pugnas desesperado por
deshilachar
para besar mis pechos
y arañar los labios.
Pero solo cuando,
convertida en mariposa
los descubro,
puedes saciarte.
Mi sexo ha dado a luz,
brota miel
y te deleitas.
Alzo los brazos y coloco
el broche en mi pelo,
me abro en el espacio,
te cubro con mis alas.
Ahora es tu vello el que
se enreda
y he de morder las hebras
para descubrirte.